Frente a la teoría de que el levantamiento de los Comuneros supuso un ataque a la modernidad que Carlos V traía de Flandes, Manuel Azaña ve en ella la primera revolución popular contra el absolutismo. Fue, por tanto, una apuesta lanzada hacia el futuro, tan moderna, tan presente, que seguía viva cuatro siglos después, en vísperas de la Segunda República. Sumergiéndose en las fuentes primarias de la época, el que fuera presidente de la República demuestra la vigencia del pensamiento comunero tras examinar cuidadosamente los documentos recopilados sobre la Guerra y la Revolución de aquellas Comunidades de Castilla de 1520. En el ochenta aniversario de la muerte de Azaña, Isabelo Herreros rescata y explica los textos donde el gran intelectual republicano español demuestra que la sublevación castellana reclamaba igualdad, contribución fiscal para cualquiera sin aceptar privilegios de la nobleza, representación en Cortes independientes de la voluntad real y, en suma, todo lo que constituye una revolución moderna.