La importancia de la obra artística se amplifica considerablemente cuando se atiende a su verdadero valor como contenedora de significados y en la valoración de ese aspecto fundamental para la Historia de la Cultura se centran la iconografía y la iconología, que son materias fundamentales en los Grados de Historia del Arte. Los niveles de significación son muy diferentes, no solo dependiendo de los emisores sino también de los receptores y de su nivel de implicación con la obra, teniendo en cuenta asimismo las variadas lecturas de la misma, desde el punto de vista formal o fase preiconográfica a la lectura iconológica que pueden trabarse, pudiendo llegar al espectador solo una parte de los significados en función de su interés por el conocimiento de la creación artística y de su preparación para lograr aprehenderla en su totalidad. Todo ello, favorece la complejidad y contribuye a la diversidad de lecturas, la mayoría de ellas válidas si nos situamos en el lugar del receptor. A ello, habría que añadir el contexto, el cual es esencial para la experiencia recreadora de una obra de arte', en la que, además d