Julio Verne, como miembro de la Sociedad de Geografía de París, aprovecha sus amplios conocimientos documentando los derroteros marinos en La Esfinge de los Hielos. Pero Verne no solo vierte su rica fantasía en esta novela, sino que rinde homenaje a su admirado colega: Edgar Allan Poe, al continuar la aventura La narración de Arthur Gordon Pym. La tripulación del Halbrane no solo deberá sortear los icebergs, tendrá que afrontar un sinfín de peripecias en las gélidas planicies antárticas, donde el capitán Len Guy intentará averiguar el destino de su hermano William, desaparecido en la goleta Jane. Las Islas Kerguelen son el punto inicial de la travesía y lentamente irán ingresando al polo Sur, teniendo que desafiar a las tormentas, a los témpanos y el pavor supersticioso que los marineros sufren por la esfinge de los hielos, que según las creencias, conduce a los barcos a su ruina.