Delfín, sumido en la incertidumbre de su filiación, emerge desde su interior para interrogarse sobre el sentido y la finalidad de la vida, de la que se viste toda criatura sobre la que desciende con severas maldiciones existenciales. Parte de las mismas convergen en la suya propia sobre la resolución última de su tiempo futuro. Es entonces cuando se desplaza de la ciudad a la montaña para obtener resultados sobre aquel, cuando, por motivaciones anónimas, recibe lenta y parca información que administra la verdad de su origen.En ese ámbito agreste, un pastor de ovejas será el encargado de avisar al anciano para un encuentro decisivo. Igual trascendencia tiene un monje camarada de juventud del anciano, el cual vive retirado en el monasterio en calidad de único huésped, aunque la orden a la que pertenece resida como comunidad en la ciudad. Es entonces que conoce un principio trágico desvelado por aquel cuando le confiesa su parentesco y la tragedia de su nacimiento, pues sus progenitores fueron hijos suyos pero engendrados de madres de familias genealógicas no encontradas.Delfín, impasible, indiferente, sin emoc