Pequeñas aldeas pesqueras, elegantes villas de sabor medieval y la coqueta Santander se asoman a los más de 200 km de costa de Cantabria, bañados por un mar que conquista a los amantes del surf, acaricia largas playas de arena dorada y proporciona el excelente pescado que ha hecho grande a la gastronomía regional. Pero Cantabria no es solo mar. Para descubrir su otra cara es imprescindible dejar atrás el Cantábrico y dirigirse al interior, donde en medio de montes escarpados, densos bosques y una naturaleza salvaje y poderosa se alzan joyas rurales que esconden tesoros artísticos inimaginables. Con ayuda de esta guía, el viajero podrá descubrir lo mejor de las múltiples facetas que hacen de Cantabria un destino inmejorable.