Ella tiene una obsesión.
Él tiene un objetivo.
Un crimen imperfecto los arrastrará a situaciones diabólicas.
«El deseo lo vestía todo: la diversión, la necesidad. ¿A quién le importan las desavenencias, los desencuentros o las tensiones? Los malos recuerdos murieron contigo. Seré la custodia, la cancerbera de un relato único, de una historia de pasión desenfrenada, de entrega, de una tormenta de necesidad desgarradora. Lo seré siempre».
La pasión de Clea Castán son las reformas, algo en lo que la joven arquitecta va adquiriendo prestigio poco a poco en su Madrid natal. Hija única de un consultor de éxito y un ama de casa, desde pequeña, la perfección y la belleza que rodean su trabajo y su vida independiente son las máximas que dirigen sus pasos, siempre custodiada por el amor incondicional de sus padres. Pero esta situación idílica va a dar un vuelco hasta un extremo que ni a Clea ni a los suyos se les había pasado jamás por la cabeza. Los ingredientes no pueden ser de mejor calidad: un palacete que reformar en Biarritz, un atractivo aristócrata inglés, un amor apasionado y sensual, y una vida de lujo llena de ambientes de objetos hermosos. Sin embargo, el plato que Henry Astor VI cocina para Clea se sirve frío y es amargo, porque el aderezo lleva celos, obsesión, maltrato, egoísmo, perversión
y muerte.
Biarritz, Nueva York, Madrid, Londres, Viena son los escenarios de la segunda novela de Cruz Sánchez de Lara, un thriller psicológico que disecciona la psicología del mal amor, del no amor al que ponemos nombre propio, que nos reduce a la nada, que nos hace desear morir o matar, que nos lleva a pozos de oscuros fondos de los que es difícil salir sin la ayuda de la única persona cuyas iniciales deberíamos añadir siempre al amor: las nuestras.