La casualidad no es eterna. Al igual que la vida humana, tiene un límite matemático. Su existencia está supeditada a sobrevivir cierta cantidad de veces. Toda profecía está sentenciada a encarar idéntico destino. Solo las más ambiguas se resisten al paso del tiempo, pero al final el veredicto siempre será el mismo: serán declaradas un fraude o bien, por el contrario, se les reconocerá el haber sido una información que avizoró los eventos del futuro, aunque eso vaya contra toda lógica. Pero en la matemática no hay coincidencias y cuando el mismo resultado se repite una y otra vez ya no es una cuestión de fe sino de cálculo. Entonces, es evidente que no estamos tratando con un acertijo sino con todo un sistema coherente de vaticinios históricos. En estas páginas se han seleccionado una gran parte de las célebres «cuartetas de Nostradamus» que, por su riqueza semántica y sus abundantes y consistentes pistas, se nos presentan como las candidatas más afortunadas a pasar esa prueba; un proceso divertido por demás. De todo esto precisamente trata esta obra, que se inscribe dentro del género literario de la historia