«Alguien debía de haber hablado mal de Josef K., puesto que, sin haber hecho nada malo, una mañana lo arrestaron». El proceso, que publicamos en una nueva y excelente traducción de Isabel Hernández, presenta un mundo absurdo pero terriblemente real, un mundo que se parece poco a la experiencia ordinaria, pero que se compone de los elementos de la vida normal, configurados sobre la base de la cotidianeidad del hombre moderno. Debido a todo ello, resulta, a día de hoy, una obra profundamente inquietante, seguramente porque en ella podemos ver innumerables concomitancias con nuestra sociedad actual.