La Semana Santa de Málaga es una y múltiple, única y diversa, carismática y poliédrica, compacta y caleidoscópica, sublime y exagerada, refinada y espontánea, atinada y excesiva con idéntica intensidad.
Gracias a ello, nunca ha sido ni será la misma mientras el mundo exista. La Historia ha demostrado cómo la fiesta ha sabido reinventarse y se ha adaptado a cuantas nuevas condiciones les ha impuesto el signo de los tiempos, desde la incorporación de la ciudad a la Corona de Castilla en 1487 a la exaltación religiosa del barroco, de las crisis, vaivenes y transformaciones del XIX al florecimiento y resurgir de los «felices veinte», de la doble destrucción de 1931 y 1936 al renacer de los cincuenta, de los vientos de cambio de la transición democrática al esplendoroso triunfo de la Semana Santa de Málaga en la actualidad.