Introducción. La buena sombra de mi gran árbol. Toc, toc. ¿Hay alguien ahí? ¡Avalancha de información! Un respiro, por favor. Te miro, te busco. ¿Dónde estás? Aún no me explico bien: no me entiendo ni yo. Hay mucho ruido ahí, ¿puedes oírme? No me empujes ni tanto ni tan poco... ¡Lo justo! Recapitulando.
Si poniendo un poco de imaginación y magia resultara que los bebés hablaran entre ellos y nosotros pudiéramos asomarnos solo por el tiempo que dura la lectura del libro a ese «su mundo». ¿Qué pasaría? Al concluir la lectura sentiríamos que entendemos mejo