Al llegar a las costas japonesas a mediados del siglo XVI, los mandatarios europeos se propusieron, primero, participar de su comercio y, después, tratar de evangelizar a la población. Esta obra estudia el contacto entre el gobierno del líder que unificó Japón, Toyotomi Hideyoshi, y los portugueses y castellanos durante el periodo comprendido entre 1587 y 1598. Con los primeros, la relación se estableció principalmente gracias a la misión jesuita, presente en el país desde 1549 y dirigida por Alessandro Valignano, mientras que con los castellanos a través del gobierno de la base de Filipinas mantuvieron una serie de embajadas diplomáticas en las que también desempeñaron un papel decisivo las órdenes religiosas, especialmente los franciscanos. Más allá del enfoque eurocéntrico tradicional según el cual los europeos fueron agentes activos, el autor de Toyotomi Hideyoshi y los europeos presenta esta época de intercambios como una más de la historia del Japón, que, afectada por sus propias dinámicas, constituye una de las más turbulentas conocidas hasta entonces por el país.