William Godwin (1756-1836), escritor inglés y pensador
con inquietudes sociales, ejerció en su juventud
como pastor calvinista hasta que se traslada a vivir a Londres,
donde lee a los filósofos franceses y se convierte en un firme defensor
del anarquismo, el ateísmo y las libertades individuales.
Se casó con Mary Wollstonecraft, escritora y feminista militante,
con la que tuvo una hija, Mary Shelley, autora de «Frankenstein».
Godwin escribió numerosos ensayos políticos y dos destacadas novelas,
«Caleb Williams» (1794) –Gótica nº 22– y la presente «St. Léon» (1799),
que pueden leerse como fábulas morales inspiradas en su ideario social.
Reginald de St. Léon es un hombre privilegiado. Nació en una familia
de la vieja aristocracia francesa y gozó de la mejor educación
y cuidados de una entregada madre, antes de ser nombrado caballero
por su participación en la batalla de Pavía. A la muerte de su madre,
una vida desahogada y la afición al juego dan al traste con su fortuna.
Casado con la bella y juiciosa Marguerite, hija de un marqués,
y tras dilapidar su dote, emigran a Suiza para convertirse en granjeros.
Narrada como unas memorias y dividida en cuatro partes, «St. Léon»
recoge las vivencias de Reginald, conde de St. Léon, los altibajos
de su azaroso destino y su decisivo encuentro con el alquimista
Zampieri, perseguido por la Inquisición, quien le hará partícipe
de un secreto trascendental que cambiará su vida para siempre.
Novela itinerante, llena de giros argumentales y episodios
en diferentes países europeos –Francia, Suiza, España o Hungría–,
«St. Léon» comparte elementos de narrativa histórica con pasajes
fantásticos y tuvo una gran influencia en obras como «St. Irvine»,
de Percy Shelley, yerno de Godwin, o en «Melmoth el errabundo»,
de Maturin, cumbre de la novela gótica.