Se enamoran de una figura de cartón o de un soldado en miniatura, odian a los niños aunque los lleven en el vientre, abandonan a una mujer pero permanecen prisioneros de ella, vomitan amor y rabia, se autolesionan, traicionan, enferman. Estos son algunos de los personajes que conforman este sobrecogedor libro de Michela Murgia, hecho de historias que se funden las unas en las otras, en las que todos los protagonistas están marcados por algún cambio que los obliga a encontrar formas inéditas de supervivencia emocional. A veces por un duelo, una lesión, un despido, una enfermedad, la pérdida de una certeza o de un amor, pero siempre a causa de un cambio en el horizonte que no deja escapatoria y que pulveriza certezas y esperanzas.
Murgia, en estado de gracia, escribió y legó con Tres cuencos a la postre su último libro una obra originalísima que remite a otros grandes títulos de la literatura contemporánea, como El Crack-Up, de F. Scott Fitzgerald, o El año del pensamiento mágico, de Joan Didion.