Extremadura, tierra de contrastes, es una de las regiones europeas menos pobladas y también una de las más ricas en recursos naturales. Sus ecosistemas se cuentan entre los menos degradados del continente, protegidos como parques nacionales, monumentos naturales o reservas de la biosfera. Extremadura es, además, la región donde se ubican los mayores embalses de España y hasta tiene playas con bandera azul. No es difícil, por tanto, hallar decenas de paisajes sorprendentes y espectaculares, a los que se suma su legado histórico, encabezado por dos ciudades que son patrimonio de la humanidad (Cáceres y Mérida) e integrado por un elevado número de monumentos megalíticos, vestigios de época romana y la riqueza monumental que propiciaron quienes hicieron fortuna en América. La cercanía de Portugal, la mezcla de culturas y la agitada historia que acompaña a toda tierra de frontera incrementan la peculiaridad de Extremadura, que tiene mucho que ofrecer a todo el mundo, tanto si se quieren observar aves o pinturas rupestres, viajar en coche o moverse a pie, frecuentar ambientes festivos o disfrutar del silencio campestre, bañarse en una playa de agua dulce o admirar sus cielos nocturnos repletos de estrellas. También es un paraíso para quienes aprecian la buena cocina y los alimentos de calidad, con el cerdo ibérico como protagonista. Y a pesar de su largo inventario de atractivos naturales, históricos, culturales o gastronómicos, Extremadura todavía es una región por descubrir, un paisaje cultural con una extensísima red de caminos que nos acercan a lugares apartados, poco conocidos y de una belleza a veces explosiva.