Toda la lucidez y la audacia de Edna O'Brien están presentes en sus deslumbrantes memorias. Esta «chica de campo» nacida en 1930 en las profundidades de la Irlanda rural dibuja ante nosotros el retrato de una mujer libre, de una creadora ferozmente apegada a su independencia. La primera novela de Edna O'Brien, «Las chicas de campo», se publicó en 1960 y escandalizó tanto a la gente de su pueblo que el libro fue quemado en público en la plaza mayor. Hay en estas páginas mucho de acción y de reflexión, y una personalidad singularísima: conventos de monjas, fugas, divorcios, maternidad incluso locas fiestas en el Londres de los años sesenta y encuentros con gigantes de Hollywood. Y también, de manera central, amor. Mucho amor: feliz en alguna ocasión y, sobre todo, no correspondido. «Chica de campo» nos lleva de los prados irlandeses a Jackie Onassis, de los brazos de Robert Mitchum a Hillary Clinton, de sus paseos por un Nueva York nevado a sus extraños encuentros en París con Samuel Beckett o Marguerite Duras, pasando por un sinfín de personajes míticos. Una narración embriagadora, mucho más apasionante que cualquier novela.