Los inicios de internet en su uso popular y masivo auguraban la creación de una herramienta emancipadora que dio alas a toda una serie de ideas utópicas de libertad, inaugurando una nueva época que debía marcar un antes y un después en la comunicación humana. Que se ha producido un gran cambio de paradigma es indudable
Sin embargo, lo que desde la imaginación se concebía como un instrumento liberador, ha acabado convirtiéndose en muchos casos en control y sometimiento, siempre bajo la apariencia paradójica de una ampliación de nuestra autonomía.
Instagram, Twitter, Facebook, WhatsApp o TikTok son apps de uso masivo que, al contrario de lo que venden los grandes gurús de las tecnológicas de Steve Jobs a Mark Zuckerberg, no ensanchan la comunicación entre personas, sino que la reemplazan, dando lugar a frustraciones digitales en muchos casos todavía por definir. Y el motivo es muy sencillo: por muy cercanas que se nos presenten, no dejan de ser empresas privadas cuyo objetivo no es otro que el de maximizar beneficios hasta el infinito. Es por ello que, como se analiza en estas páginas, están diseñadas para enganchar, y de ese modo aumentar la rentabilidad a costa, en muchos casos, de la salud mental de los usuarios.
«Desconexión», al contrario de lo que pueda parecer, no es un libro «a la contra», sino una reflexión y un manual sobre cómo podemos hacer frente a todos los intereses ocultos detrás de un discurso supuestamente emancipador que, de manera paradójica, nos somete desde la seducción.