Los Compañeros están dispersos y desesperados, separados unos de otros. Corayne debe seguir adelante sola, dejando detrás su espada rota y a sus aliados. Su único consuelo: Corayne tiene ahora la espada de Taristan. Pero Taristan y la Reina Erida no serán derrotados tan fácilmente enn un enfrentamiento final entre reinos y dioses, todos habrán de levantarse para luchar o ser destruidos.