Los ornitólogos miran con sus prismáticos, reconocen en la distancia el ave y emiten la resolución de su estudio para compartirla con el resto del mundo. De la misma forma, Arturo Tendero recoge aquí unos especímenes de poemas que tienen algo en común con sus compañeros alados: la querencia al despegue. Todo buen poema nos eleva, a nosotros, los lectores, que quedamos suspendidos momentáneamente desafiando las leyes de la gravedad y de la lógica mundana. El Principio del vuelo es el momento de desasirse de la tierra para pasar a depender del aire.