Jamás dejes de hacer las obras por el sinsabor que en ellas hallares, si conviene que se hagan, ni las hagas por el sabor que te dieren, si no conviene tanto como las desabridas, porque sin esto es imposible que ganes constancia y que venzas tu flaqueza. Fiel a esta cautela de San Juan, el poeta no sólo no rehúye la labor que su compromiso con la realidad le encomienda, sino que, haciendo gala de un dominio formal adquirido en los clásicos y remozado en los más afines de sus contemporáneos, da cuenta y razón de cómo la experiencia personal se imbrica en la colectiva y de las complejas manifestaciones de la conducta humana, usando a su favor los sinsabores y llevando a sazón las desabridas. Décimo sexto libro de Francisco Castaño (Salamanca, 1951) en Hiperión, donde ha publicado también las traducciones de Las cartas de la Monja Portuguesa y la Poesía de Mallarmé.