A mitad del siglo pasado, Michel Henry redactó las páginas contenidas en este libro. En ellas trataba de establecer el carácter concreto de la subjetividad frente al idealismo, mostrando que la subjetividad coincide con nuestro propio cuerpo. Para llevar a cabo tan ardua tarea, llamaba en su ayuda a Maine de Biran (1766-1824), uno de los pensadores franceses más originales y menos conocidos. Sin embargo, para Henry este filósofo casi olvidado fue el único capaz de plantear la pregunta decisiva: «¿Existe una apercepción inmediata interna ». Al responder positivamente a esta cuestión se posicionaba contra la fenomenología francesa y alemana, para quienes la vida se caracteriza primeramente como intencionalidad y trascendencia. Con todo, la vida procede de la subjetividad que brota del pathos inmediato de la propia corporeidad, incluso antes de haber recibido toda representación. Hoy que la ciencia ha producido una objetividad monstruosa denominada técnica, la filosofía de Biran y Henry suponen la lucha contra esta y otras ideologías reductoras que esclavizan al hombre. Además, ofrece el testimonio de la «obsti