La obra de Gaudí solo puede comprenderse plenamente cuando se percibe el papel fundamental que el símbolo juega en ella, el cual revela no solo su profunda relación con la tradición hermenéutica que funde el cristianismo con el romanticismo, sino también los sutiles hilos que lo unen con el sentimiento estético presente en las obras de coetáneos suyos como Marcel Proust, Oscar Wilde, Nietzsche o Thomas Mann.