Crecer bajo la bandera del amor, junto a dos personas que han roto su destino ?mis padres Paco Rabal y Asunción Balaguer? te enseña a ver el mundo de otra manera. Entiendes que la vida no consiste en una ca- rrera de fondo en la que cumplir metas que te lleven a una futura felicidad, sino procurar que esta se encuen- tre presente en cada momento. El valor del ser humano no radica en el éxito que haya conseguido o en cuanto sea capaz de acumular, sino en la bondad y el aprecio a su dignidad. No perder nunca la inocencia, saber que cada día, pasen los años que sean, aún se aprende; comerte la vida a bocados y disfrutarla; creer en un mundo más justo y luchar para conseguirlo; saber que todo es permisible me- nos vivir del sufrimiento ajeno. Esa es mi herencia, el regalo de su legado, los sólidos cimientos sobre los que he intentado construir mi vida.