"En la Inglaterra rural de la posguerra, Hilary Mantel creció convencida de que las hazañas más extraordinarias estaban al alcance de su mano. Pero a los diecinueve años enfermó. Ese fue el inicio de un padecimiento que, agravado por la ineptitud de los médicos, le causó graves secuelas: la más dolorosa, la imposibilidad de ser madre. Pero fue ese mismo dolor que la abocó a la escritura. Y la escritura la salvó una y otra vez, una novela tras otra.