«Rumores de las ciudades, al anochecer, y al sol, y siempre.» Iluminaciones, Arthur Rimbaud Encuentro, intercambio, intersección. Kanji bastante simple en apariencia, frágil, bien ejecutado. Significa a la vez ir, venir, estar mezclado, mezclarse. En el origen, como se puede adivinar mirando su forma actual, es un hombre que cruza las piernas. Intercambios diplomáticos, política extranjera, relaciones sexuales, nada de lo que es encuentro le es ajeno. Tokio, pinceladas del alba se compone de cinco capítulos cortos sin conexión aparente, aparte de la presencia del narrador y de la ciudad. Sin embargo, el libro es una lenta incursión en la noche de Tokio: mezclas, citas, superposiciones, capas y vidas ocultas. Cierta literatura nos quiere hacer creer que las ciudades se cristalizan en un cliché y que un pueblo se define por sus automatismos. Si así fuera, los japoneses serían un pueblo triste: legiones de trabajadores corriendo ordenadamente entre la locura del centro de la ciudad y sus pequeñas habitaciones, víctimas de una profunda depresión. Pero Tokio es también un laberinto de callejone