Amos es un ratón diminuto, Boris una gigantesca ballena. ¿Qué pueden tener en común dos animalillos tan diferentes? Muy fácil: su amor por el océano. Amos adora su olor, su inmensidad, Boris la vida que habita en sus profundidades. Y será el océano quien insista en unir una y otra vez a nuestros dos protagonistas en una peculiar y bellísima amistad, infinita como el horizonte e imparable como las mareas, a lo largo de los años y pese a que pertenecen a mundos diferentes.