El juego de Platón con el lector atento deja ver lo esencial de su mensaje: no hay «dos mundos». Este libro pone de manifiesto ese mensaje a partir de tres pasajes del diálogo platónico: en el «Banquete», la noción de inmortalidad comparece en las aristas del relato que hace Sócrates de las enseñanzas de Diotima; en la «República», el símil de la caverna sugiere en la aporía de las instrucciones para construir el escenario la pregunta directriz para descubrirlo como maqueta de la propia «República»; por último, la retahíla de alusiones a distancias que abre el «Fedón» señala una acción esencial que de perseguirla nos deja leer la difícil «segunda navegación» como descripción del socrático dialogar en busca de un eidos. Aún no muestra cómo aquel mensaje que Platón nunca formuló se deja leer quizá en lo menos expreso del diálogo.