BABEL es hoy un lugar en ruinas, confusión, caos, desorden, un lugar en que el recuerdo permanece terco como un olor viejo impregnando las paredes, los muros, los pasillos vacíos.
Conviven aquí a diferentes alturas principios, disposiciones, niveles de comprensión, estratos, ráfagas, destellos de luz, espejismos, intermitencias, señales miméticas que expresan justo lo contrario de lo que debieran, latidos que se desvían de su originaria intención, palabras que en su camino olvidan su propósito, fracciones de ecos, de gritos y lamentos y risas que se
escapan en cada puerta a través de las mirillas para envolver la imaginación de un casual y extraviado visitante. BABEL es un enorme espejo roto en multitud de pedazos, torre como
metáfora del laberinto de la vida. BABEL hoy es una reliquia, un destrozo. Es labor del lector la del desescombro.