El diccionario de María Moliner define «pecio» como «resto de una nave naufragada o de lo que iba en ella». Al llamar así a sus apuntes breves, Rafael Sánchez Ferlosio parece sugerir que, lejos de aspirar a la «sentenciosa lapidariedad» de los aforismos, estos textos testimonian más bien los naufragios de una voluntad que -por inconstancia, pereza, impotencia, o simplemente por una recalcitrante desconfianza hacia «la estúpida arrogancia del convencimiento»- ha desistido del esfuerzo superior de perseguir un razonamiento hasta sus últimas consecuencias, conformándose con su sola silueta, su simple amago o fragmento.Los pecios no obedecen a una fórmula homogénea: mezclan reflexiones, esbozos ensayísticos, recuerdos, comentarios, epigramas, donaires, apólogos, poemas... Ingrávidos por naturaleza, permiten adentrarse sin dificultad en las principales obsesiones de Ferlosio, desplegándose en una panoplia de registros que va del humor al lirismo, de la indignación a la ironía, de lo concluyente a lo especulativo.