Escribir un libro de memorias mientras la mía se desvanece es arriesgado. Aun así, siento la tentación de hacerlo. Son regalos de mi fugitiva memoria y de los diarios que he escrito a lo largo de años. Sí. Tengo alzhéimer. Pero todavía soy plenamente consciente de lo que hago y de cómo lo hago, y a todo esto empiezo a cogerle el gusto.