A mediados del siglo I a. C. Roma era la mayor potencia del área mediterránea. Sin embargo, la continua expansión y conquista, el crecimiento demográfico y económico y la crisis del modelo de Estado habían fragmentado la sociedad romana, aumentando enormemente la polarización social. El Senado se dividió con la aparición de dos facciones: los populares, que representaban la facción reformista que apostaba por expandir la ciudadanía a los nuevos súbditos de Roma y dotar de una mayor democratización a las instituciones, mediante el incremento del poder de las asambleas; y los optimates, facción aristocrática conservadora que deseaba limitar el poder de las asambleas populares y aumentar el poder del Senado. Entre los años 49 y 45 a. C. se produjo un nuevo conflicto militar protagonizado por el enfrentamiento personal de Julio César contra la facción tradicionalista y conservadora del Senado, liderada militarmente por Cneo Pompeyo Magno. Los enemigos de César intentaron destruirle políticamente debido a su creciente popularidad entre la plebe y al aumento de su poder procedente de sus logros en las Galias. Es