Después de Las ocho montañas, regresa el autor de los Alpes italianos con una nueva novela. Un libro que huele a naturaleza.La crítica ha dicho:
«Cognetti ofrece una reflexión preciosa sobre la naturaleza, el amor y la renovación en los Alpes. […] Basándose en el naturalismo de Jack London, Cognetti describe el paisaje como testigo de los caprichos del destino mientras los amantes se separan. [...] El autor agrega profundidad al convertir el mundo natural en un personaje más de la trama y crea un intrigante efecto de espejos entre las dos parejas. Esta historia atmosférica ofrece muchas sorpresas».Publishers Weekly «La felicidad es real cuando la compartes. A través de este libro, Paolo Cognetti ha hallado la manera de compartir la felicidad con muchísima gente.»
Süddeutsche Zeitung «Paolo Cognetti no romantiza nada y, con todo, narra una romántica historia de amor.»
Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung«La felicidad del lobo es tan vivo y vibrante.»
Daria Bignardi, Vanity Fair «Un libro de sueños de paisajes y de paisajes como sueños.»
La Repubblica «La felicidad de Cognetti es un amanecer a gran altura.»
Il Messaggero«El silencio de la naturaleza contra la fealdad del mundo.»
Juan Carlos Galindo, El País «Paolo Cognetti es un verdadero escritor, sabe lo que quiere y lo que hace.»
Internazionale De Las ocho montañasse dijo:
«Con el aliento de un clásico, un meteorito llegado de otro tiempo.»
La Repubblica «Una joya. Excavando en el silencio, hace que la paternidad y la amistad masculina sean abiertas y salvajes a la vez.»
La Stampa«Es tentador adentrarse en la lectura buscando la trampa, la filosofía barata, alguna blandenguería que explique el éxito masivo, pero a medida que van pasando las páginas y no aparece el truco, la desconfianza inicial se diluye en la agradable sorpresa de encontrarse con un texto honesto, que pretende contar una historia bien concreta y lo hace con eficacia.»
Enrique de Hériz, El Periódico «Unaobra maestra. No sorprende que se le mencione junto a Ernest Hemingway, Jack London y Mark Twain.»
Die Zeit