El «toque Moshfegh» se consagra con su tercera y arrasadora novela. Una mezcla única de novela negra y humor macabro, tan inimitable como la propia autora. «Una escritora que, como Henry James o Vladimir Nabokov, está bendecida tanto con la genialidad como con la crueldad.» The New Yorker Mientras pasea a su perro por el bosque, Vesta Gul se topa con una nota manuscrita. «Se llamaba Magda. Nadie sabrá nunca quién la mató. No fui yo. Este es su cadáver.» Pero junto a la nota no hay ningún cadáver. Vesta Gul, que acaba de mudarse tras la muerte de su marido y no conoce a nadie en su nuevo hogar, no sabe muy bien qué hacer con esta información. Comienza a obsesionarse con la figura de Magda y a elucubrar con las diversas maneras en que pudieron asesinarla, si es que efectivamente ocurrió tal cosa. Su aislamiento la conduce a una serie de ideas que comienzan a encontrar un reflejo en la vida real. De un modo emocionante y terrorífico, las piezas parecen encajar: a encajar entre sí y con las zonas más oscuras de su propio pasado. Solo hay dos opciones para resolver este misterio: una explicación banal e inocente