Más de cuatrocientos años después, el teatro del príncipe de las letras hispánicas sigue en proceso de revalorización. Si bien él mismo reconoce su doloroso fracaso, no deja su dramaturgia de ser representativa de las corrientes dramáticas de su tiempo. Es, además, una práctica teatral que ha encontrado en los siglos XX y XXI importantes adalides escénicos en La Barraca lorquiana en tiempos de la República, en Jean Louis Barrault, María Teresa León y Rafael Alberti en plena Guerra Civil, en José Tamayo, Modesto Higueras y Miguel Narros dentro de España, o en Álvaro Custodio y Alberto Castilla en la España exiliada. Ya en tiempos más cercanos ha sido avalado por la Royal Shakespeare Company, José Luis Gómez, Yolanda Pallín, Albert Boadella, Juan Mayorga, Ksec Act, Alejandro González Puche, Pedro Víllora, Juan Carlos Pérez de la Fuente, Álvaro Tato y un largo etcétera. Creemos firmemente que es tiempo de que al Cervantes dramaturgo se le sitúe en el honroso lugar que merece. En esta edición del Teatro completo cervantino proponemos un equilibrio entre el texto y la escena. Es, como el resto de las ediciones de