El paso del tiempo contribuye a confundir la realidad con el mito. Algunos autores, como Schwob y su discípulo Borges, trabajan a conciencia para urdir creaciones en las que ya es imposible discriminar la parte documental de la parte fantástica. Autores así consideran que esto no es faltar a la verdad, sino mejorarla. Estas Vidas imaginariasson un buen ejemplo de ello. Publicado en 1896, el libro recoge una sucesión de viñetas impresionistas protagonizadas por personajes reales, históricamente datados, a los que Schwob, a través de una elaboración concienzuda que dota a los modelos de un aura fascinante, es capaz de elevar a la categoría de mitos. En ello alienta un código ético, y es que todas las vidas son igual de valiosas, sin distinciones de rango. Importa poco que sean lumbreras del pensamiento, salteadores de caminos o modestos artesanos. Schwob ilumina con idéntica ternura y precisión las efigies de Empédocles, Paolo Uccello o Pocahontas. Claro que, al igual que sus personajes, Schwob nació para ser escrito. de modo que el único reparo que puede hacérsele es que olvidó incluir en esta antología de in