Esa minúscula taberna situada en una callejuela del barrio de Shinjuku acoge a los noctámbulos de Tokio: boxeadores, prostitutas, actores porno, policías y yakuzas acaban allí para tomar sake, caldo, ramen o sopa de miso, según lo que haya en la cocina. Cada plato da lugar a un encuentro, una historia. La comida sirve para romper el hielo, para desatar el diálogo entre los urbanitas acostumbrados a callarse y a mirarse los zapatos. La cantina de medianoche es un éxito en Japón, donde se han producido dos películas basadas en el manga, que también tiene serie televisiva en Netflix con el título Midnight Diner: Tokyo Stories.