Todas las mañanas el viejo se sienta a mirar y a conversar con su margarita, sí, como el Principito, pero una mañana la nota muy seria. Cuando le pregunta que la pasa casi no la oye y tiene que acercarse mucho para conseguir entenderla, es entonces cuando lo descubre, ¡su querida margarita tiene pulgón! No tarda ni un segundo en coger su bicicleta para ir a la biblioteca donde encontrará remedios y problemas a partes iguales, ¿creéis que conseguirá dar con la solución a su problema?